domingo, 19 de mayo de 2013

El papel del padre como sostén emocional

He recopilado unos fragmentos del libro de Laura Gutman, "Puerperios y otras exploraciones del alma femenina". En ellos quiero plasmar el importante papel que tiene el padre, no sólo como padre, sino como "compañero de viaje" en el duro camino del puerperio.

Espero que os sirva de ayuda. :)


Hay dos sugerencias que los profesionales tienen para los varones emocionalmente maduros, (se les suele recomendar que coloquen un cartelito en el espejo del baño): antes de salir hacia el trabajo, cada mañana, es su deber preguntarle a la mujer 1) "¿Qué tal estás?" Y 2)"¿Qué necesitas de mí hoy?" Es sencillo.

Sin embargo, la mayoría de los varones retoma su quehacer laboral, se afeita y baña cada mañana, desayuna tranquilamente y sale de casa exactamente a la misma hora de siempre "como si nada hubiese sucedido". Asimismo, supone que nada de lo que acontezca en su ausencia les incumbe, y que su mujer, eficaz como siempre lo fue, podrá arreglarse sola con el bebé. Es falso. Un marido que se va como siempre, está sacando el ladrillo necesario para provocar el derrumbe. ¿Acaso tiene que modificar su rutina?. No. Tiene que preguntar a su mujer qué necesita de él, hoy, aqui, ahora.

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El varón generalmente, cuenta con una realidad pequeña, pero poderosa: ¡el tiempo de ocio! Esos diez minutos que se toma tranquilamente para leer el diario, y que resultan tan envidiables para la puérpera que ¡aún no ha encontrado ocasión de ir al baño! La media hora que dispone para poder jugar su partido de tenis, el tiempo riguroso que dedica a su aseo personal, en fin, la autonomía y libertad que se otorga independientemente del nacimiento del niño, que ha alterado sustancialmente el ritmo cotidiano de la madre, pero que apenas molesta al varón, en las noches interrumpidas por el llanto del bebé. El ocio es un sostén fundamental para mantener el equilibrio emocional del varón, y es indispensable recordar que en la familia es el único acreedor de tan valioso beneficio.

El tiempo se constituye un bien muy preciado, por eso es tentador para un grupo de mujeres quejarse de estos temas tan banales, como el tiempo que el varón se otorga para leer el diario, para ir al baño....y ¡cerrar la puerta! Decidir salir a pasear con el perro....¡sin avisar!  Comer sin levantarse de la mesa, dedicar media hora a la ducha matinal, mirar una pelicula sin interrupción, o dormir la siesta. Estos pequeños actos cotidianos se convierten en ventajas excepcionales a ojos de la puérpera devastada por el sueño, el cansancio, y la pérdida de identidad.

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Una crisis vital tan compleja como el puerperio no deja lugar para la ingenuidad. Es la actitud aniñada lo que convierte este tránsito en un periodo tan sufriente.
Durante el embarazo podemos creer que tener un bebé será como jugar a las muñecas, pero sólo la mujer adulta que vive en nuestro interior podrá entrar en vínculo con el bebé.
En definitiva, se necesita una gran madurez emocional para engendrar y parir a un bebé.

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El sostén fundamental es el equilibrio entre el dar y el recibir. Las mujeres necesitamos aprender este equilibrio, ya que, hemos sido educadas en la hipervaloración de la generosidad, pero solemos confundirla con la omnipotencia. Dar mucho sin recibir nada a cambio es intoxicante. Sin embargo, la armonía que fluye entre el dar y recibir se constituye en sostén.

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Creo que el puerperio es mal momento para diseñar modos diferentes de vincularse. En cambio, suele ser un momento de crisis que muestra el desequilibrio del vínculo construido con anterioridad. Por eso, es oportuno estudiar todo el mapa de funcionamiento. Y tener paciencia, sabiendo que en plena crisis no se modifican las estructuras, sólo dejan de ser funcionales.



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