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miércoles, 22 de enero de 2014

"Lactivista" Ibone Olza





“No he encontrado ningún estudio riguroso que demuestre los perjuicios de la lactancia prolongada. Todo lo contrario. Los estudios científicos más rigurosos confirman que los beneficios de la lactancia son mayores cuanto más dura la lactancia. A más teta, más defensas, más salud, más empatía y más inteligencia... Porque nombrar la evidencia científica no es culpabilizar.”

Ibone Olza ha recogido sus mejores textos sobre lactancia, para presentarlos juntos en este precioso libro, muchos de ellos publicados por primera vez. Lactivista” habla de situaciones especiales, prejuicios que aún persisten hoy en día, el rol del padre, la relación entre parto y lactancia, pero también del activismo vivido, como mujer, madre y como profesional sanitario. Incluye además mucha información, nuevos puntos de vista sobre un antiguo tema, amplia biografía y un anexo muy interesante titulado "Lactancia para psiquiatras: recomendaciones sobre el empleo de psicofármacos en madres lactantes."


Os invitamos a la primera presentación del libro. Será el próximo 17 de enero, en Zaragoza, en elFnac en la Plaza España, a las 19:30hrs. Con la participación de Ibone Olza y Pilar de la Cueva.

Para leer más sobre este libro entra a leer el artículo "Lactivista" en su web personal.



sábado, 4 de enero de 2014

¿Papillas de 8 cereales?: no hacen falta




Cuando los bebés cumplen seis meses de edad se recomienda empezar a ofrecer otros alimentos además de la leche materna (o la artificial, si fuera el caso). No es que haya prisa para que coma de todo, porque la leche sigue siendo el alimento principal, pero sí que es interesante que empiece ya a probar nuevos alimentos para empezar a conocerlos y para que, poco a poco, vaya comiendo la comida que se come en casa.
Dentro de los nuevos alimentos que se ofrecen a los niños están los cereales, que tanto pueden ofrecerse en polvo para preparar como formando parte de otros alimentos. Con esto me refiero a que un bebé que empieza a comer arroz, pasta, pan y galletas también está comiendo cereales, igual que el que toma los industriales. Pero centrándonos en estos, en los que vienen en polvo, quería hacer una simple reflexión: ¿Papillas de 8 cereales? no hacen falta.

Las papillas sin gluten

Para conocer un poco cuál es la gama de cereales más habitual que se puede comprar, os comento cuáles podéis encontrar en los comercios. Las primeras, que se dan a partir de los seis meses, pero que se pueden ofrecer a partir de los cuatro, normalmente si la madre empieza a trabajar y no se extrae leche (mejor dar cereales con agua que leche artificial, pues hay más riesgo de alergia), son los cereales sin gluten, en los que hay arroz y maíz. El arroz ya sabemos todos lo que es, un cereal sin gluten rico en hidratos de carbono muy famoso por su poder astringente. El maíz, por su parte, es también un cereal sin gluten que se utiliza para hacer harina de maíz.

Las papillas de 5 cereales

Las siguientes son las papillas de 5 cereales, que por llevar ya gluten sólo se recomiendan a partir de los 6 meses. Los ingredientes son un poco variables según el fabricante, pero lo más habitual es que sean los dos cereales de la papilla sin gluten junto a tres cereales con gluten (trigo, maíz, arroz, cebada y centeno). La idea de ofrecer estos cereales es la de hacer que el bebé ya vaya probando el gluten, un poquito cada día, para que el cuerpo vaya conociéndolo y se disminuya así la probabilidad de que sufra celiaquía.
El trigo lo podemos encontrar en la pasta y en el pan, y es mejor cereal cuando se toma integral, por contener múltiples vitaminas y sales minerales. Lacebada es un cereal que tiene como particularidad que se digiere estupendamente. El centeno se utiliza para hacer harina, y con ella hacer pan de centeno, que es más oscuro que el habitual, que contiene más fibra que la harina de trigo pero que, por contra, contiene menos proteínas.

Las papillas de 8 cereales

Finalmente llegan las protagonistas de esta entrada. Muchos padres creen que estas son las papillas definitivas, algo así como el tipo de cereales que todo bebé tiene que acabar comiendo para hacerlo bien. Algo así como una secuencia: primero las de dos cereales, luego las de cinco y finalmente las de ocho cereales.
Los ingredientes de las papillas de ocho cereales son: trigo, maíz, arroz, cebada, centeno, mijo, sorgo y avena. La avena es un cereal difícil de digerir cuya asimilación mejora al comerse en copos o, en este caso, en polvo. Es una buena fuente de proteínas (que lo han hecho famoso en el mundo del culturismo y las dietas) y es rico en minerales. El mijo, por su parte, es uno de los que más energía aportan, contiene hierro y magnesio y también puede ser tomado por los celíacos, pues no lleva gluten. El sorgo tampoco tiene gluten y es un cereal que en nuestro medio suele utilizarse para alimentar al ganado, pues a nivel nutritivo es un poco inferior a otros cereales. En los países pobres se consume mucho, pues su plantación es muy resistente a condiciones ambientales adversas.

Por qué es indiferente que tomen unas u otras papillas

Es posible que os acabe de describir cereales cuyo nombre no conocíais, e incluso cereales que ni siquiera sabíais que existían. Es normal, porque no los consumimos habitualmente. Por eso es indiferente que a un bebé le demos papilla de 5 cereales o papilla de 8 cereales, porque la papilla de 8 cereales contiene cereales que un niño no consumirá nunca más.
Como la idea es que le demos comida de la nuestra para que vaya aprendiendo a comer comida normal, no tiene mucho sentido que demos mijo, sorgo, centeno y cebada a un niño, si cuando deje las papillas no va a volver a probar estos cereales. No es que sea malo, que no lo es, es simplemente algo que puede ser interesante para los padres, sobre todo si, a la hora de ir a comprar las papillas, las de 8 cereales tienen un precio superior a las de 5 cereales.

martes, 12 de noviembre de 2013

Piden que se proteja a las mujeres que dan de mamar en pùblico

El presidente de la Asociación Nacional Arca Ibérica, Juan Luis de Javier i Marí, una agrupación de ciudadanos preocupados por el medio ambiente, ha enviado una petición al Congreso de los Diputados en la que le reclama que proteja y vele por las mujeres que intentan amamantar a sus hijos en lugares públicos y que en algunos casos han sufrido discriminación por ello.

Así consta en el último informe aprobado por la Comisión de Peticiones de la Cámara Baja, en el que se recogen numerosas peticiones de los ciudadanos a los diputados para que se preocupen o denuncien determinados temas. Este órgano ha decidido trasladar la propuesta de la Asociación Nacional Arca Ibérica a la presidenta de la Comisión y a los portavoces de la Comisión de Igualdad de la Cámara Baja, al entender que se trata de un derecho de las mujeres y por el que en muchas ocasiones se ven discriminadas.
Juan Luis de Javier i Marí ha apuntado al caso de una madre de Erandio (Bizkaia), a la que este verano echaron de la piscina pública del pueblo al intentar dar de mamar a su bebé, o el caso de otra señora en Sevilla, cuyo bebé no paraba de llorar y entendió que en aquel momento era inevitable darle el pecho y procedió a amamantarle en una tienda de ropa. "El encargado le invitó a que saliera de la tienda porque no le parecía un acto decoroso", lamenta el presidente de la Asociación Nacional Arca Ibérica.
Según explica, el hecho de dar de amamantar a un bebé es un acto impredecible que responde a una necesidad de primer orden y algo natural que no tendría por qué ser rechazo en las zonas públicas, al no tratarse de algo "desagradable", sino algo natural y propio del ser humano "para nada indecoroso". Esta asociación, con sede en Alcoceber (Valencia), trabaja desde 2002 por la protección del medio ambiente y "ecológica de elementos que merecen su protección". "Dar el pecho está relacionado con el medio ambiente, es algo natural del ser humano y la vida", sostiene, De Javier i Marí.


miércoles, 30 de octubre de 2013

La leche, la teta, la chichi y la despedida

Artículo íntegro en http://co-madres.blogspot.com.es




Mi hija y yo elegimos una lactancia prolongada, he de ser sincera al principio no tenía la menor idea de cuánto tiempo queríamos lactar, sólo me dejaba llevar por los comentarios y los consejos que al final resultaron muchísimos y no me decían nada de lo que deseábamos mi hija y yo.

Nuestra lactancia comenzó casi inmediatamente que nació María, ella se pescaba de mi pezón  y yo no sabía muy bien que hacer con eso, ponía mi dedo índice en el pecho, lo tomaba, lo soltaba, y así transcurrieron los primero días de nacida de mi pequeña bebé, a partir del cuarto día aproximadamente comenzaron a salirme grietas, me dolían muchísimo, seguía sin saber que hacer con esto que me pasaba, de mi cuerpo salía el alimento para mi bebé, en cada succión  me revolvía de dolor, cuando pedía de comer yo decía "no por favor otra vez", de este contacto se tejían nuestros primeros vínculos nutricios, de muy dentro de mí nacía algo que yo no conocía, que daba sus primeros alientos de vida, mi maternidad, mi ser mujer nutricio en todo su esplendor, y ahí dentro algo seguía doliendo, todavía me pregunto ¿cuántos días tarda una mujer en parirse madre?

Las grietas no paraban de salir y doler, entonces mi madre llegó con el consejo de una pomada que te untas en los pezones, que no me tenía que lavar para dar el pecho y que me ayudaría a sanar las heridas de mis pezones, los humectaría y me proporcionaría una ayuda en esta lactancia intuitiva.

Cabe destacar que yo fui una bebé que lacto muy poco, que casi no lacto, mi madre tendrá sus razones y ahora las respeto desde el interior, ella sólo dice que su leche me amargaba, sin embargo en el momento de buscar opciones para que mis pechos alimentaran a su nieta, fue una abuela que me ayudo mucho con este gran consejo de la pomada curativa. En cuanto comencé a usar la pomada, los dolores comenzaron  a cesar y los pezones a sanar, la seguí usando hasta los dos o tres meses de nacida de María. Para entonces mi dieta había cambiado muchísimo y mi consciencia para como me alimentaba, pues sabía bien que lo que comía repercutía en mi lactancia, deje de comer carnes rojas pues a mi niña la estreñían, no tomaba café, ni refresco, ni consumía irritantes, ahora mi comida era comida para un ser pequeñito también y eso me maravillaba cada instante, cada tetada, cada succión.
Esta consciencia no llegó por si sola, en el primer mes de María asistí por primera vez a las primeras reuniones de COmadres que mi partera Laura Cao convocaba, conocí a varias de las hermosas mujeres que hoy son parte de nuestras vidas, nuestro amor y son mi tribu incondicional, ellas no me decían que hacer, sólo el verlas, escucharlas y estar en contacto con su maternidad, despertó en mi el deseo primario de una maternidad consciente, informada, responsable y capaz de escuchar lo más sutil de mi maternidad, juntas no acompañamos en nuestra maternidad, la propia y la colectiva.
Así llegaron seis meses de lactancia, y entonces me vino la pregunta es hora de quitar el pecho, algo dentro de mi no quiso y prolongue en mi cabeza tres meses más, llegaron los nueve meses y de nuevo me pregunté que deseaba y cómo me sentía para quitar el pecho, y supe que no era nuestro momento, que lo estaba disfrutando mucho y que a partir de ahora no me volvería a poner una fecha límite, que el momento de destetar iba a llegar solo y que lo iba a saber con la misma certeza que en ese momento sabía que no quería dejar de lactar con María.

Mi sabio y amoroso compañero, nunca cuestionó mis decisiones, nunca se impuso en tiempos y espacios para que nosotras siguiéramos lactando, desde el embarazo decidió confiar en que lo que decidiera sería lo mejor para nuestro retoño de vida, sólo se limitaba a apoyar lo que elegía y escuchar en momentos de crisis. Y confirmaba su apoyo siempre que era consciente de la feliz hija que criamos juntos.

Y llegamos al año cuatro meses de María, paseando en el parque comencé con una fuerte fiebre, y mareos, no sabía que estaba pasando pues aparte de estos síntomas yo me sentía muy bien, mi cuerpo no presentaba ningún otro síntoma de enfermedad, sin embargo cuando llegamos a casa y me desnude para ponerme la pijama, vi un círculo rojo en mi pecho derecho, cuando lo toque me dolió, y estaba ligeramente más duro que el resto del pecho, llame a mi partera, le platique lo que pasaba y cómo me sentía, me dijo que lo más seguro es que tuviera un mastitis, que era mejor que hablara con la homeópata y partera con quien trabaja en conjunto, al hablarle a está, me confirmó el diagnostico, tenía una mastitis, me mando medicina homeopática, pero toda esa noche el dolor y la fiebre no cesaron, Laura me recomendó también utilizar sábila cortada por la mitad y asada en un comal, también use este sabio consejo, pues estaba decidida a no utilizar antibióticos que entorpecieran nuestra lactancia, al otro día hablé con mi homeópata le comenté como iba mi proceso y me dijo, la mejor medicina es que María lacte mucho de ese pecho, y efectivamente, entre la homeopatía, la sábila y sobre todo las succiones de María, mi mastitis comenzó a curarse, el mejor antídoto para mi nuevo dolor de lactar era mi propia hija, que me conectó con un dolor que no había sido capaz de reconocer ni articular, me dolía mi ser bebé, me dolía no haber mamado de mi madre, me dolía mi pecho que daba sin haber recibido ese líquido de su mamá, y así tuve la oportunidad de sanar ese primer vínculo con mi propia madre, y pude hacer consciente que al dar, me estaba dando, al lactar a mi hija, también me lactaba a mi misma, ahora con la capacidad de nutrirme , y respetar sin enojos ocultos las razones por las que mi madre no pudo darme el pecho.

Después de esta crisis de dolor físico y emocional, nuestra lactancia continuó sin dolores, mi hija seguía creciendo y nutriéndose, aún cuando comía alimentos sólidos yo seguía dándole el pecho a libre demanda, sin prisas, María comenzó a comer de manera más fuerte hasta los dos años, entonces la leche materna  seguía siendo parte fundamental  de su alimentación. Pasaron los días, los meses, y mi bebé grande ya tenía cerca de dos años y medio cuando su demanda de leche por el día era a cada rato y sólo se pegaba y se despegaba inmediantamente del pecho, tal vez esto ocurría antes pero no lo había notado, pues no me molestaba, hasta ese momento, algo dentro de mí deseaba un poco de mi cuerpo de vuelta, me enojaba dar la teta cada cinco minutos, y entonces supe que era el momento de destetar, que no quería darle una teta enojada a mi pequeñita, así comenzamos con el destete.

Primero seccione las tetadas a partir de mi deseo y el de mi hija, nadie me marco los tiempos, esos los sabía yo, pues era mi cuerpo y mi crianza quienes decidirían, las primeras semanas quedaron tres tetadas al día y libre demanda por la noche, hasta desaparecer las tetadas de día y sólo dejar la de la hora de dormir y las que mi hija deseara durante la noche.

Estas primeras semanas de destete diurno fueron muy intensas, María lloraba mucho, se enojaba, me decía que por qué ya no le quería dar su tetita, yo aveces paciente, aveces enojada, aveces gritona, llorona, no sabía muy bien que sentir y que hacer pero tenía claro que  desertar no era la mejor opción para mí, pues había algo de ese continuó lactar por el día que me molestaba mucho. También pude aclarar dento de mi, cuantas veces utilicé la lactancia para callar el llanto de mi hija, y no un llanto de hambre ni de apego, su llanto para manifestar sus emociones, ese llanto que no desea ser callado si no escuchado y acompañado y que en su momento no me sentía lo suficientemente fuerte para sostener y acompañar sin juicios entonces le metía la teta como un ¡ya calla por favor! y sí, de nuevo otra oportunidad de crecimiento que me presentaba la vida, manifestado en mi maternidad y mi lactancia.

Ahora que le había quitado el tapón disfrazado de teta, también saldría todo ese llanto acumulado que en su momento no pude y no supe sostener, me arme de paciencia y dije, si mi niña ahora puedo estar aquí para ti sin juicios, cada vez que le daban ataques de llanto a mi hija, la acompañaba, le acariciaba, le decía cuanto la amo y que aquí estaba para acompañar sus sentimientos aún cuando no terminaba de saber muy bien que pasaba, sólo estaba ahí para ella, mi capacidad de maternar, de fusionar con mi hija ya no sólo era la teta,  y entonces me quedaba mi compañía altruista y sin juicios. No me juzgue por aquel llanto que no pude sostener, supe que en ese momento no estaba preparada y que llegó en un momento en el que me sentía más fuerte y en paz para acompañar la historia que María quería contar con sus lágrimas.

Esos llantos fueron disminuyendo poco a poco hasta que nos quedamos sólo con la teta para dormir y la del despertar, así pasaron los meses y María cumplió tres años y tres meses recuerdo bien que fue en Enero de este año (2012) , fue entonces que decidí quitar la teta del despertar, para dormir mejor y aprovechar esas últimas horas de sueño, ya sólo nos quedaba la teta de dormir, que disfrutamos mucho, y entonces fue momento de hablar con María, le dije que iba a llegar el momento en el que ya no iba a tomar teta, que nos teníamos que ir preparando para cuando esto ocurriera, que el Invierno estaba en su última faceta y que pronto la Primavera llegaría para ofrecernos sus soles y colores, y me vino a la mente la imagen de Perséfone saliendo del inframundo para visitar a su madre Démeter en la Tierra, y pude sentir como esa hija y esa madre también podíamos ser María y yo, que ella vendría a visitarme ahora en esta nueva etapa en la que florecería con la primavera desde su propia energía, sin la teta, brotando de ese submundo de fluidos que nos habían acogido casi por tres años y medio.

Le dije a María que la Primavera llegaba el 21 de Marzo y que la recibiríamos esa noche con nuestra última teta, con nuestra despedida a esta hermosa etapa,  llena de crecimiento y nutrición para ambas, ella sólo me miraba mientras tomaba su teta de noche.

Al llegar esa noche previa a la Primavera, prendimos una velita roja que es de María, le dije que era la ultima vez que lactabamos, le conté nuestra historia de lactancia, le dije que ambas ahora renaceríamos desde las aguas maternas, para encontrarnos con una nueva etapa, con una nueva Tierra, con un nuevo vínculo que sólo ella y yo podíamos comenzar a tejer desde nuestro amor.

Y así comenzamos una nueva historia, la de vincularnos sin teta, sin ese espacio que ahora ocupan otros espacios, vincular sin teta ha sido todo un reto, pues mucho de lo que fuimos en esos primeros años de vida, estaba lleno de sustancia lactea, y sé que cada día no espera ese momento en el que aún sin teta, sin leche materna, ella y yo podemos ser una, podemos aprender a contactar con lo más sutil de nuestro amor.

Hoy y siempre doy gracias por esta oportunidad de dar, de darme, honro cada gota de leche que de mis senos brotó con dolores y placeres para nutrir en mucho sentidos a mi pequeña retoña de vida, y a mi propia mujer madre, pues tengo la certeza de que una madre no sólo lacta a sus hijos se lacta a sí misma. La leche materna, no sólo es alimento, es vínculo, es amor, es oportunidad de crecer y aprender como madres de nuestra propia historia como hijas, como mujeres, es nutrir nuestra capacidad dadora.

domingo, 12 de mayo de 2013

Mi niño no me come

Siguiendo un poco el tema de la última reuniòn del grupo, creo que os puede resultar de ayuda el libro de Carlos Gónzalez "Mi niño no me come".


Sinopsis

"La madre se dispone a dar de comer a su hijo mientras lo distrae con un juguete. Logra que se tome unas cucharadas y, de pronto, el niño pone en marcha su plan estratégico contra el exceso de comida - la primera línea de defensa consiste en cerrar la boca y girar la cabeza. Esta situación, más propia de un campo de batalla que de una actividad cotidiana, ilustra la tesis central de este libro - la inapetencia es un problema de equilibrio entre lo que un niño come y lo que su madre espera que coma. Jamás hay que obligarle. Ni sobornos, ni estimulantes del apetito ni castigos. El niño sabe muy bien lo que necesita. Huyendo de los tópicos sobre el tema, el pediatra Carlos González, fundador y presidente de la Asociación Catalana Pro Lactancia, desdramatiza el problema y, proporcionándo pautas de conducta, tranquiliza a aquellas madres que sufren porque creen que su hijo no come correctamente."